Dos poemas del libro “Mansalva”, de Gerardo Deniz.
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Fui Yo
Pensaba una vez, una más,
en esa manera célebre de tantas damitas,
alternativamente concediendo y denegando;
sobre todo en el para qué,
será puro ego boosting tan mínimo
o por supuesto algo mucho más complicado
que lo novelistas exponen, pero como no lo entiendo me
aburren.
Oí que algo caía en el techo. Subí a ver.
Eran los cojones de Urano.
Los mandé lejos de una patada.
Al otro día me enteré del nacimiento de Afrodita y de todo
lo demás, que por
sabido se calla.
Hueledenoche
Terrestre la noche abierta en tantos lagos redondos
(comparten sin saberlos las cosas del cielo)
y ahora también, de pronto,
en esa flor de las afueras,
esa flor hecha casi de aire,
aroma sólo y que tal vez no existe
-o es la vocal más honda, ya silencio; es un monarca débil
recorriendo a
tientas
la quietud de su reino amenazado
-carencias del idioma y erosiones despacio,
escándalo del sueño cuando el pezón despierta en la punta de
la lengua bajo su túnica de pétalo marchito.
Ante las fronteras pernocta el mal y por su piel salada
discurren ciertos
signos,
dédalos de algas pardas.
Cosas son de lo
escuro.
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