El pensamiento indio, formado por una rica multiplicidad de
corrientes, ha sido injustamente desplazado por Occidente, que nunca quiso
otorgarle el estatuto de «Filosofía» debido a su estrecha asociación con los
símbolos e imágenes del mito. Estos últimos, precisamente, sirven a los
filósofos indios para descifrar el carácter paradójico de la realidad,
responder así a los enigmas que la misma les plantea y transmitir el
conocimiento obtenido a sus discípulos —método y cometido propios de cualquier
otra rama de la filosofía—.
Heinrich Zimmer, que dedicó prácticamente toda su vida al estudio y la enseñanza del arte y el pensamiento indios, restituyó a esos pensadores la categoría de filósofos. Pero de su inmensa labor resultaron pocas publicaciones, de ahí que su discípulo Joseph Campbell emprendiera la tarea de compilar y editar las notas dejadas por su maestro tras su temprana muerte. El resultado, “Filosofías de la India”, es un monumental testimonio de su obra.
Zimmer, a través de Campbell, reconstruye de manera extraordinariamente clara el mosaico del pensamiento indio —rechazado, pero también a menudo utilizado en el mundo occidental de modo superficial—. Éste se despliega a partir de dos grandes ejes: por un lado, las filosofías del «tiempo» —las del éxito, el deber y el placer—, que tratan el comportamiento que se debe tener en este mundo hacia la naturaleza y los demás hombres; por el otro, las de la «eternidad» —desde el jainismo hasta el tantra, pasando por el sā˙nkhya y el yoga, el brahmanismo y el budismo—.
Heinrich Zimmer, que dedicó prácticamente toda su vida al estudio y la enseñanza del arte y el pensamiento indios, restituyó a esos pensadores la categoría de filósofos. Pero de su inmensa labor resultaron pocas publicaciones, de ahí que su discípulo Joseph Campbell emprendiera la tarea de compilar y editar las notas dejadas por su maestro tras su temprana muerte. El resultado, “Filosofías de la India”, es un monumental testimonio de su obra.
Zimmer, a través de Campbell, reconstruye de manera extraordinariamente clara el mosaico del pensamiento indio —rechazado, pero también a menudo utilizado en el mundo occidental de modo superficial—. Éste se despliega a partir de dos grandes ejes: por un lado, las filosofías del «tiempo» —las del éxito, el deber y el placer—, que tratan el comportamiento que se debe tener en este mundo hacia la naturaleza y los demás hombres; por el otro, las de la «eternidad» —desde el jainismo hasta el tantra, pasando por el sā˙nkhya y el yoga, el brahmanismo y el budismo—.
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