En la gran tradición de la novela europea, “El caso Tuláyev”
es la comedia humana de un estado policial, con la sensación de urgencia y
amenaza que se cierne sobre la capital moscovita sitiada por el invierno, donde
el inocente confiesa su culpa y el castigo cae sobre él, y en la que la
explicación de los hechos se da no como una fórmula histórica, sino con toda la
crudeza de su verdad.
Una fría noche de invierno, el camarada Tuláyev, alto cargo
del gobierno, muere tiroteado en la calle. Comienza entonces la búsqueda del
asesino. Desde la perspectiva panorámica del Gran Terror Soviético, la
investigación abarca el mundo entero y tiende sus redes sobre una serie de
sospechosos cuya única conexión es su inocencia, al menos en el crimen que se
les imputa. “El caso Tuláyev”, sin duda la mejor obra de ficción jamás escrita
sobre las purgas estalinistas, no solo es la historia de un Estado totalitario.
Marcada por la profunda humanidad y el espíritu generoso de su autor, el
exiliado y legendario anarquista Victor Serge, es también un clásico relato del
siglo XX lleno de peligros, aventuras y nobleza inesperada.
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Anarquista y protagonista destacado de la Revolución rusa
desde 1918, Victor Napoleón Lvovich Kibalchich —Serge fue el seudónimo adoptado
en la revista española ‘Tierra y Libertad’— fue también una de las primeras
voces críticas con el estalinismo. Dotado de una notable capacidad para las
letras, trabajó en la Internacional Comunista como periodista, editor y
traductor. Hijo de exiliados de la Rusia zarista, se entregó por completo a las
ideas y las actividades que confirieron al siglo XX su miseria y su esplendor.
No fue el único revolucionario que lo hizo, pero sí uno de los pocos que no
confundió esos dos extremos y que, protagonista del esplendor que pareció
encarnar la revolución rusa, advirtió desde los primeros momentos la miseria en
la que se precipitaba. Serge estuvo en contacto con sus dirigentes, desde Lenin
hasta Trotski, Bujarin o Zinoviev, y se sintió por ello comprometido a
denunciar lo que, todavía instalado en la fe original, consideró graves
errores, como el establecimiento de checas en lugar de tribunales con
garantías.
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