jueves, 29 de agosto de 2013

La pantalla diabólica. Panorama del cine clásico alemán.


"En comparación con la historia cinematográfica de otros países, la del cine alemán comienza tarde. Cualquier juicio respecto de esa iniciación, que se remota a 1913-14, se reduce a comprobaciones negativas. Las opacas e insignificantes imágenes animadas de  Max Skladanowsky, célebre precursor del cine alemán, nada tienen en común con las películas de actualidades llenas de vida que por entonces realizaba Louis Lumiére. Nada se encuetra en la producción de Oskar Messter que permita recordar, ni siquiera de lejos, el animado impulso, tan commedia dell’ arte, de las viejas películas cómicas de Pathé a Gaumont, ni la perfección de estilo de los film d’ art franceses ni la poesía fantástica de Georges Meliés. No pasan todavía de tanteos las películas de Franz Porten, el padre de la famosa Henny, que en los años 1911-12 rueda lo que podríamos llamar panoramas patrióticos animados: La Reina Luisa y Días de Gloria de Alemania. Y son igualmente tanteos las realizaciones de Kurt Stark, el primer marido de Henny Porten, entre las que figura La Mujer Ciega (1911), donde campea un verismo ingenuo y sentimetal. Las pantallas alemanas se ven invadidas de melodramas de Max Mack, Joe May o Rudolf Meinert y por comedias simplistas como las de Bolten-Beckers. Joe May y Rudolf Meinert filmarán a continuación películas de aventuras, pero nunca con el encanto de las de Louis Feuillade.
No llama la atención que en un país como Alemania, donde predominan las manifestaciones literarias, los escritores alcen las voz para convertir en obra de arte ese espectáculo tan mediocre que es el cine alemán y auspicien el “film de autor”, o sea la película concebida por un autor de calidad. El primer autor que recibió el llamado del cine, Paul Lidau (especie de Paul Bourget alemán), no mejoró sensiblemente la producción; Max Mack realizó en 1913 El Otro, adaptación de una de sus obras de teatro, una sombría historia de desdoblamiento de la personalidad. Pero gracias a esos intentos de los escritores, el danés Stellan Rye pudo filmar la primera versión de El Estudiante de Praga (1913), según un argumento de Paul Wegener y Hanns Heinz Ewers, y el mismo Wegener en carácter de autor y director, en colaboración con Henrik Gateen, el primer Golem (1914). A esas dos películas se debe la importancia que adquirió el guión de calidad en la producción cinematográfica alemana, y precisamente por ello los directores contribuyeron en mayor o menor medida a escribir sus propios argumentos.
La historia del cine alemán comienza en consecuencia en vísperas de la Primera Guerra Mundial, gracias a algunas obras dispersas; pero recién adquirirá todo su impulso después de la contienda. Llega entonces la gran época del film clásico alemán, breve por lo demás, ya que no se extiende más allá de 1925-26.
A pesar de algunas obras maestras que aparecieron en los años siguientes, el cine alemán no volverá a conocer un florecimiento semejante, estimulado al mismo tiempo por el teatro de Max Reinhardt y por el arte expresionista".


Prefacio de "La pantalla diabólica"


Para comprar el libro, hacé click acá.


No hay comentarios:

Publicar un comentario