domingo, 18 de agosto de 2013

El hombre que dijo adiós



Aaron parece un hombre cualquiera, acomodado a la rutina del barrio donde vive, ocupado en su trabajo de editor y poco más. Sin embargo, la extravagancia humana suele agazaparse en los detalles: al acercarnos a él, descubrimos que este viudo de mediana edad tiene carácter como para llevar con desenvoltura una malformación física que arrastra desde niño, y no solo eso: puede enfrentarse a una hermana algo déspota e incluso pasear de la mano de su esposa Dorothy, muerta hace unos meses pero viva en su imaginación, tan viva que Aaron se extraña de que los demás no noten su presencia.
El rostro de Dorothy, su pelo moreno y mal cortado, su cuerpo desgarbado y su manera tan expeditiva de resolver los asuntos del corazón acompañan a Aaron mientras el hombre se empeña en reconstruir su casa, ahora sepultada bajo un árbol gigante que al caer provocó la muerte de su esposa.
Gracias a ese ir y venir de pequeños acontecimientos, que perturban pero renuevan su modo de entender la vida, Aaron descubrirá la manera de decir adiós a Dorothy y de despedirse de ella con las palabras adecuadas. En esa despedida le acompañan el talento y la sabiduría de Anne Tyler, una escritora que ama a sus personajes y los acerca al lector con mano maestra.
"Cualquier cosa puede asimilarse si se trocea, si se come despacio. Incluso las lecciones más complicadas de la vida hay que tomárselas a pequeños bocados. El plato lleno asusta..."
Anne Tyler


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