Movido por su sed de peligros y aventuras, el jovencísimo Ernst
Jünger —tenía entonces diecinueve años— se alistó voluntariamente en el 73.º
Regimiento de Fusileros, cruzó la frontera de Luxemburgo a finales de 1914 y,
poco después, entró en combate. Desde entonces, y casi a diario, relató en
quince cuadernos su participación en una contienda que diezmó a una generación
entera. Pronto encuentra el infierno: poblaciones arrasadas, heridos
abandonados a su suerte, compañeros desventurados; una verdadera máquina de
devastación. También describe la dureza de la vida en las trincheras, el
peligro de las incursiones nocturnas para capturar prisioneros o las ocasiones
en que escapa de la muerte, agazapado en el cráter de un obús.
Acompañados por los numerosos dibujos realizados por el
propio autor, y por mapas y esquemas de las zonas de combate mencionadas, estos
diarios describen la atroz realidad con crudeza y autenticidad, a veces con la
fría curiosidad de un entomólogo, al tiempo que nos descubren a un Jünger
muchas veces harto de la guerra y de la incompetencia de sus superiores, pero
también orgulloso de las heridas que recibió y de las condecoraciones
obtenidas, como la prestigiosa Pour le Mérite.
Anotado y comentado por Helmuth Kiesel, profesor de
literatura alemana y experto en la obra de Jünger, “Diario de Guerra
(1914-1918)” permaneció inédito hasta 2010, y su publicación en Alemania
constituyó un auténtico acontecimiento editorial.
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