Todos los relatos de este libro narran un día cualquiera, un
suceso cualquiera, “como si todo fuera importante e irrelevante a la vez”. La
frase, en boca de la protagonista del cuento que da título al libro, resume el
arte narrativo de Hebe Uhart. Es que todos sus relatos son pequeñas historias
que se atienen a las pequeñas cosas: siestas o juegos de la infancia, visitas a
parientes o vecinos, primeros alejamientos de la casa, experiencias de la vida
laboral o estudiantil, caminatas urbanas, visitas a un café o al zoológico.
Anécdotas nimias en las que lo que importa es la mirada: una
mirada extrañada, corrida de lugar, siempre al sesgo, que partiendo de lo
pedestre, doméstico y cotidiano y sin apartarse nunca de allí busca raras conexiones
y se formula preguntas esenciales que la transforman en una meditación de
dimensiones filosóficas, económicas, sociológicas.
La protagonista y narradora de estos cuentos es una niña
nacida en Moreno, más tarde adolescente y maestra temprana, que se va apartando
del modelo familiar y de la medianía de la clase media para sumergirse en la
literatura y la filosofía y convertirse en una escritora que camina por el
barrio, pasea por el centro y cocina escuchando radio o mirando algún partido.
“No se trata de una mera disposición autobiográfica”, dice Martín Kohan, “sino
de la convicción (…) de que no existe escritura hasta que no existe encarnadura
en la experiencia”. Una escritura con la sabiduría afable y el tono
inconfundible de Hebe Uhart.
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