"Estamos en el jardín, y Dora y yo queremos salir. Él todavía quiere regar las flores y exclama: '¡Las flores todavía tienen que merendar'".
Podría ser un fragmento de algún cuento de Silvina Ocampo o alguna exclamación de Alicia. Es que, sin duda, Walter Benjamin fue muchas cosas: el que cuestionó la técnica, el que narró al narrador, el hombre de los psicotrópicos, el no permitió que le arrebataran la vida y también -quizás su faceta menos llamativa pero no por eso menos corajuda-, un hombre enamorado de Dora y su hijo Stefan.
Es que en 'Archivos de Walter Benjamin' podemos disfrutar de las distintas facetas del alemán (hombre de familia, teórico insaciable, archivador, maniático) y, a su vez -y es lo que hace al libro-objeto tan aprovechable, tan apetecible-, de cómo se desenvolvía en otros soportes como la fotografía o el dibujo.
Fotografías de pasajes, de juguetes de colección, fachadas solitarias o de un campo lleno de sábanas tendidas nos permiten ver "cómo vio la realidad", al menos por un instante -eternizado-.
Estos archivos, editados por el Walter Benjamin Archiv, son parte de una obra que se completa con el 'Atlas Constelaciones' (también en Librería Norte) y que nos permite reconstruir al Walter íntimo, al obsesivo por los archivos, las siglas, los hombres, y por momentos ver entre líneas, entre imágenes, al suicidado por la autoridad: tal vez, el último romántico.
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