Un salón donde se dan cita intelectuales puede ser un
espacio de erudita circulación social, y también un microcosmos que permite
entender la cultura y la política de una época. El que funcionó durante poco
más de cuatro décadas en la casa del editor alemán Hugo Bruckmann pertenece a
esta segunda categoría. Y en un momento clave de la historia moderna: desde
fines del siglo XIX hasta 1941, en Berlín. Es decir, durante el momento de la
mayor y más dramática transformación alemana. Por allí pasaron poetas, artistas
y escritores (Stefan George, Thomas Mann, Rilke, Hugo von Hofmannsthal, etc.),
y allí se vivió con estupor y desaliento la derrota de Alemania en la Primera
Guerra Mundial, agravado por las duras condiciones que impuso el Tratado de
Versalles.
Tras eso nada sería igual. Unos años después, la política ingresó en el salón. En diciembre de 1924 lo visitó Hitler; se hará un habitué, acompañado por Rudolf Hess y Alfred Rosenberg. El salón pasará a ser el punto de encuentro de aquello que en teoría no podía reunirse: una refinada élite intelectual y los líderes del nazismo, el mayor régimen criminal del siglo XX. Traducido: arte, antisemitismo y genocidio, con el horizonte justificador del renacimiento de Alemania.
Gracias a una exhaustiva investigación, Wolfgang Martynkewicz ha escrito un libro fundamental que viene a llenar un vacío llamativo: el de la mutación del campo cultural alemán, con las urgentes preguntas que esto genera. ¿Hasta qué punto los intelectuales ayudaron a dar una entidad filosófica al nazismo? ¿Eran conscientes del riesgo que representaba el antisemitismo? ¿Lo entendieron como un mal menor, que había que tolerar por el bien de la nación? ¿O eran simplemente antisemitas y devotos de la Gran Germania y encontraron en el nazismo el camino adecuado? “Salón Deutschland” despeja con inteligencia y agudeza estos interrogantes. Y es también un prisma que permite entender las relaciones entre cultura y barbarie.
Tras eso nada sería igual. Unos años después, la política ingresó en el salón. En diciembre de 1924 lo visitó Hitler; se hará un habitué, acompañado por Rudolf Hess y Alfred Rosenberg. El salón pasará a ser el punto de encuentro de aquello que en teoría no podía reunirse: una refinada élite intelectual y los líderes del nazismo, el mayor régimen criminal del siglo XX. Traducido: arte, antisemitismo y genocidio, con el horizonte justificador del renacimiento de Alemania.
Gracias a una exhaustiva investigación, Wolfgang Martynkewicz ha escrito un libro fundamental que viene a llenar un vacío llamativo: el de la mutación del campo cultural alemán, con las urgentes preguntas que esto genera. ¿Hasta qué punto los intelectuales ayudaron a dar una entidad filosófica al nazismo? ¿Eran conscientes del riesgo que representaba el antisemitismo? ¿Lo entendieron como un mal menor, que había que tolerar por el bien de la nación? ¿O eran simplemente antisemitas y devotos de la Gran Germania y encontraron en el nazismo el camino adecuado? “Salón Deutschland” despeja con inteligencia y agudeza estos interrogantes. Y es también un prisma que permite entender las relaciones entre cultura y barbarie.
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