Este libro intenta dar algunas ideas sobre lo que han sido y
son la literatura y las literaturas en la vida del hombre, y ello desde Homero
y aun antes, desde que el hombre es hombre, hasta el siglo XVII d. C. Este es
el ambicioso intento de este libro. Ninguno conocemos todas las Literaturas
unidas al que llamamos Río de la Literatura: las que van desde el Sumerio al
Próximo Oriente, luego al Griego, al Latín y a las Literaturas descendientes de
éste en Europa, hasta la fecha indicada.
En suma, se trata de estudiar las relaciones dentro de las
diversas fases dela Literatura, fundadas todas en universales humanos a partir
de los míticos y legendarios, y nacida siempre, en definitiva, en la fiesta
popular. Porque la literatura viene de y es una fiesta, nos permite descansar y
pensar, romper, aunque sea por un momento, los límites angostos en que nos
movemos. Y ello siempre y ahora mismo.
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“La literatura está siendo arrinconada”
Francisco Rodríguez Adrados, último Premio Nacional de las
Letras, rastrea en su nuevo ensayo las fuentes comunes de la ficción europea
lejos de nacionalismos
Javier Rodríguez Marcos. El País, 22 ABR
2013
Francisco Rodríguez Adrados tiene
90 años y la energía de un becario. En noviembre recibió el Premio Nacional de
las Letras y en marzo viajó a Grecia para dictar la conferencia inaugural del
congreso de historia de la lengua griega; los jueves acude a la Real Academia
Española y los viernes a la de la Historia, de las que es miembro. Honores
aparte, en una mesa de su casa madrileña tiene las galeradas de una nueva
edición de la Ilíada –obra de un colega- que corrige estos días y
junto al televisor, un ejemplar de El río de la literatura (Ariel), el
libro de 600 páginas que acaba de publicar y que él describe como “de
pensamiento, no de erudición” pero cuya ambición está bien reflejada en su
subtítulo: De Sumeria y Homero a Shakespeare y Cervantes.
Si se piensa que Adrados ha escrito
en la última década libros como El reloj de la historia (Homo sapiens,
Grecia Antigua y Mundo Moderno), Nueva historia de la democracia
o Historias de las lenguas de Europa se entiende la amplitud de
intereses de este sabio nacido en Salamanca en 1922. En su opinión, el “núcleo
central” de la literatura universal está en el “corredor” que forman Egipto,
Oriente próximo, Grecia, Roma, la Edad Media europea y las literaturas europeas
y americanas modernas. Pero matiza: “Ese ‘río’ no es el único en el mundo, pero
es el que más ha influido, el más globalizado”. Catedrático emérito de
Filología Griega de la Universidad Complutense, Adrados es consciente de que su
manera de estudiar la literatura contrasta con la tendencia a hacerlo
embalsando las aguas de ese ‘río’ en los pantanos del nacionalismo
decimonónico: “Es imposible dominarlo todo, pero está claro que la literatura occidental
tiene una fuente común: la oralidad”.
La épica, la lírica y la literatura
sapiencial son los tres géneros esenciales desde Sumeria, un “agregado de
ciudades” cuyo idioma fue la lengua culta del Próximo Oriente -“como el latín
en la Edad Media”- y cuya literatura –con el Poema de Gilgames
como cumbre- contiene ya muchos temas aún vigentes: del origen del mundo al
amor pasando por las fábulas (campo en el que Adrados es una autoridad
mundial). Hace 40 años se publicó su pionero estudio Fiesta, comedia y
tragedia –enseguida traducido al inglés-, y algunas de sus ideas vuelven a
recorrer ahora El río de la literatura. Sobre todo la central: si el
origen de la literatura es oral, el origen de la oralidad es la fiesta: “En
ella se mezclaban imitaciones, ritos y deporte”. La palabra, insiste, iba
acompañada de música y danza. “Lo del autor encerrado en su despacho destilando
sus sentimientos es muy posterior, aunque hubiera un Ahikar asirio, un
Ptahhotel egipcio o un Homero griego (si es un nombre real). En la fiesta el
sentimiento es de todos. Es difícil de entender con la sacralización actual de
la autoría y de la originalidad, pero es así”. Según su autor, El río de la
literatura trata de contextualizar piezas que hemos conocido aisladas:
“Cuando hablamos de literatura oral con poemas, fábulas o representaciones
dramáticas, desgajamos esa pieza del entorno en que nació. Es inevitable pero
empobrecedor, como si arrancásemos una escultura de la fachada de una catedral
y la viéramos aislada en un museo”.
Para este helenista que recuerda su
primer viaje a Grecia en 1953, la cultura griega es el gran hito por lo que
tiene de resumen de lo anterior –Egipto, Sumeria- y de vanguardia: “La
literatura occidental es como una carrera ciclista. Avanza en grupo pero a veces
alguno salta del pelotón: esos que saltan son los griegos. Ellos inventaron el
individuo humano. En el comienzo de la Ilíada se ve cómo a Agamenón le
dicen todas las verdades en asamblea, como si fuera el parlamento de aquí.
Aquello asustaba a la gente. Tanto que la palabra democracia estaba prohibida
en la Edad Media”.
Según el profesor Adrados, no solo
los argumentos y los géneros de la literatura son constantes, también lo son
sus ciclos. Por eso subraya el paralelismo entre la Antigüedad y el Medievo: al
origen oral le siguió un esplendor de la escritura que terminó en decadencia
(“cae el imperio romano, se rompen las comunicaciones, las lenguas vernáculas
se imponen al latín, desaparece la gran tragedia, los cristianos vetan los
géneros eróticos…”). La Edad Media empezó con la oralidad popular y rehizo el
mismo camino. “Parecía que de tanto avanzar se había llegado al comienzo”,
resume Adrados. “Se dio una terrible estratificación social. La alta literatura
se refugió en las bibliotecas. La gente común no leía, le bastaba con la
Historia Sagrada esculpida en los templos”.
Vista la actualidad de un resumen
así, ¿vivimos una nueva Edad Media? “No quiero ponerme fúnebre”, responde
Rodríguez Adrados. “Se siguen haciendo grandes librotes, pero el influjo de los
medios electrónicos ha acostumbrado a la gente a mensajes pequeños, más
concentrados, tal vez más frívolos. La literatura nace de la fiesta, pero ahora
siempre es fiesta. En la fiesta usted se viste de otra manera, come y bebe de
otra manera, puede hacer bromas sobre el vecino.... La fiesta era un descanso y
una liberación. Ahora, como decía Larra, todos los días son carnaval. Ese
chisme [dice señalando al televisor] es pura fiesta. La literatura era fiesta y
ayudaba a vivir; ahora la literatura está siendo arrinconada”.
Adrados asume que el libro “se
enfrenta hoy a la competencia de medios que requieren menos esfuerzo”, pero su
conocimiento del pasado le impide ser lapidario respecto al futuro: “Tal vez
vivamos una decadencia desde el punto de vista de la literatura antigua, pero
puede nacer otra gran literatura. Antes la literatura popular era para las
masas y la culta, para gente con cierta formación. Hoy la culta podría llegar a
todos pero los niveles de enseñanza han bajado. Eso es lo preocupante”. La
escritura no acabó con la oralidad ni la imagen con la escritura, recuerda. “La
Iglesia se carga el teatro pero renace al cabo de los siglos; la épica había
desaparecido y en el XIX resucita en cierta novelística, en Gogol, por ejemplo.
La naturaleza humana es muy fuerte. Todo lo que prohibieron los cristianos –las
instituciones políticas libres, los baños, el desnudo, el deporte- volvió al
cabo de mil años. Ahí están”.
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