La materia oscura de la poesía siempre ha determinado las
estructuras del pensamiento. Las ideas, a su vez, si estuvieran desnudas de
lengua, carecerían del manto que nos permite percibirlas. Así, estos dos hijos
de la mente, lengua y pensamiento, parecieran alcanzar su máxima unión cuando
el discurso es más cercano a la música. ¿En dónde se origina esta indisociable
dependencia? ¿Qué musa laboriosa dictó a Hegel la Fenomenología
del espíritu? ¿Qué daímōn terrible
llevó a Heráclito, padre de todos los poetas crepusculares, desde Píndaro hasta
Celan, a componer su hermética filosofía?
En busca de la relación dialéctica entre la complejidad del pensamiento y la unidad estética de su estilo, George Steiner traza un recorrido por la totalidad de la historia filosófica occidental; desde los presocráticos, para quienes poesía y pensamiento eran una misma cosa, hasta Heidegger, en quien, por primera vez desde el griego helénico, renace el pensamiento que canta. Después de todo, en el refulgente latín de Descartes ya está su cogito; en la parodia flamígera de Marx, el ethos del comunismo, y en el estilo dramático de Platón, todo el coro del pensamiento occidental.
En busca de la relación dialéctica entre la complejidad del pensamiento y la unidad estética de su estilo, George Steiner traza un recorrido por la totalidad de la historia filosófica occidental; desde los presocráticos, para quienes poesía y pensamiento eran una misma cosa, hasta Heidegger, en quien, por primera vez desde el griego helénico, renace el pensamiento que canta. Después de todo, en el refulgente latín de Descartes ya está su cogito; en la parodia flamígera de Marx, el ethos del comunismo, y en el estilo dramático de Platón, todo el coro del pensamiento occidental.
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