Hoy vivimos una verdadera contrarrevolución. Desde la década
de 1980, en efecto, los más ricos no dejaron de incrementar su porción de los
ingresos y los patrimonios, invirtiendo la anterior tendencia secular a la
reducción de las brechas de riqueza. Los factores económicos y sociales que
engendraron esta situación son bien conocidos. Pero el deterioro de la idea de
igualdad también desempeñó un papel crucial, al conducir insidiosamente a
deslegitimar el impuesto y las acciones de redistribución. Al mismo tiempo, la
denuncia de desigualdades experimentadas como inaceptables linda hoy con una
forma de resignación y un sentimiento de impotencia. Por consiguiente, no hay
nada más urgente que refundar la idea de igualdad para salir de los atolladeros
de nuestro tiempo. El libro contribuye a esta empresa de una doble manera. Al
rehacer la historia de los dos siglos de debates y de luchas sobre la cuestión,
en primer lugar ilumina de una manera inédita la situación actual. Luego,
elabora una filosofía de la igualdad como relación social que permite ir más
allá de las teorías de la justicia que, de John Rawls a Amartya Sen, dominaron
hasta el momento la reflexión contemporánea. Y muestra que la reconstrucción de
una sociedad fundada en los principios de singularidad, de reciprocidad y de
comunalidad, es la condición de una solidaridad más activa.
El autor estará
presentando este libro el día 3 de diciembre en la Alianza Francesa (Av.
Córdoba 936) a las 18.30hs. Además, el día 4 de diciembre realizará la
conferencia “Vivir juntos en el siglo XXI” a las 18hs. en la Usina del Arte y el
día 5, “Refundar la democracia” a las 18hs. en la UBA (sede Marcelo T. de
Alvear 2230).
A continuación, una entrevista al autor publicada por
ADNcultura el día 09 de noviembre de 2012.
Pierre Rosanvallon
"La gente pasa su vida en una multitud de
pequeños guetos; no sólo guetos de pobres, también de ricos"
Según el historiador
francés, que en diciembre vendrá a la Argentina a presentar su libro La
sociedad de iguales (Manantial), el aumento de la inequidad que observa en las
sociedades occidentales contemporáneas pone en riesgo los proyectos cívicos en común,
indispensables para la supervivencia de toda democracia
Por Luisa Corradini | LA NACION
"Mientras el civismo político progresa, el civismo
social pierde terreno. El aumento de las desigualdades es, a la vez, su indicio
y su motor", afirma Pierre Rosanvallon. Ese desgarramiento de la
democracia es, para el célebre historiador y filósofo francés, el mayor
fenómeno de nuestras sociedades contemporáneas. "Sólo hallando el camino
que conduzca a una igualdad auténtica e innovadora, nuestras sociedades se
dotarán de un proyecto común y viable para el futuro", dijo a adncultura
durante una entrevista en París.
A los 64 años, el titular de la cátedra de Historia de la
Política Moderna y Contemporánea del Collège de France, el hombre que
probablemente más haya reflexionado en Francia sobre las múltiples facetas de
la democracia, la cuestión social y el Estado de Bienestar se apresta a viajar
a la Argentina para presentar su último libro recién editado por Manantial, La
sociedad de iguales.
Desde hace tres décadas, Rosanvallon construye una obra
principalmente consagrada a la transformación de nuestras sociedades
occidentales, sus logros, sus perversiones y los medios para devolverles una
cohesión dislocada por el aumento de la desigualdad.
Gran conocedor de los procesos políticos latinoamericanos,
el fundador de la República de las Ideas -"taller intelectual" que
desde 1997 reúne y publica a lo más representativo de la investigación en
ciencias sociales- asegura que "la democracia no se limita a la
elección". "Para que todos se sientan representados en una nación son
necesarias instituciones independientes, que se caractericen por un principio
de imparcialidad", señala.
-Después de tres
décadas de reflexionar sobre la cuestión, ¿cuál es su definición de la
democracia?
-La democracia no se limita a la elección. Cuando las
dictaduras o los populismos intentan "vender" sus democracias, la
definen casi siempre como el resultado de una elección. Esto es una definición
minimalista. Hoy es fácil ver que el ciudadano no se contenta más con ser un
simple elector. Hay una demanda de democracia más permanente que unas
elecciones cada dos, tres o cinco años. El ciudadano pide que la democracia
deje de ser un proceso de autorización electoral para gobernar y que, en
cambio, sea definida como un gobierno democrático, como una acción democrática.
-Es decir.
-Que la elección reposa sobre el hecho mayoritario, pero que
la democracia es estar al servicio de toda la sociedad. Por eso cada vez es más
frecuente la exigencia de crear, junto a las instituciones mayoritarias, otro
tipo de instituciones, por ejemplo, una corte constitucional que represente los
principios organizadores de la sociedad. La Constitución representa la memoria
de la voluntad general. En muchos países también se multiplican las autoridades
independientes. Porque si bien la democracia es el poder de todos, en la
realidad es el poder de la mayoría. Para tratar de acercarse a la noción del
poder de todos se han multiplicado las instituciones que se caracterizan por un
principio de imparcialidad. La imparcialidad es la democracia de nadie. Nadie
puede apropiarse de ella.
-En su libro
anterior, La contrademocracia, usted
afirma que también se multiplican otros modos de actividad ciudadana o cívica.
-Porque los ciudadanos quieren juzgar, controlar, evaluar la
acción del gobierno. Quieren oficializar una obligación de rendición de cuentas
permanente. Me refiero a esos comités independientes de control, del tipo de
los whistleblowing o los watchdogs committies en el mundo anglosajón. Ésa es
otra manera de ser un ciudadano activo.
-¿Se podría decir
entonces que el ejercicio democrático se complica?
-Así es, contrariamente a lo que se pensaba en el siglo XIX.
Tocqueville decía que la democracia se simplificaría cada vez más porque sería
la consagración del poder aritmético.
Para leer la nota completa: http://www.lanacion.com.ar/1524431-la-gente-pasa-su-vida-en-una-multitud-de-pequenos-guetos-no-solo-guetos-de-pobres-tambien-de-ricos