jueves, 28 de febrero de 2013

Memorias de un cineasta bolchevique


Dziga Vertov, uno de los creadores más importantes de la vanguardia cinematográfica, fue uno de los primeros cineastas rusos en usar técnicas de animación y desarrollar ciertos principios fundamentales del montaje en el cine. Para Vertov el montaje es el alma de la película, el motor de su estética y de su sentido. Su teoría del Kino-Pravda (Cine-Verdad), inspiró futuras teorías y prácticas en una área fundamental del cine: el contacto directo del ojo de la cámara con el evento filmado, la verdadera realidad, al contrario de la ficción, que necesita del plató. A diferencia de Eisenstein, para él la idea lo determina todo; no escapa al movimiento de la Historia y es expresión de un ideal humanista que se dinamiza en la construcción de una sociedad justa.
En los años sesenta, el Grupo Dziga Vertov de Jean-Luc Godard subvirtió la representación cinematográfica y el modo de producción de los filmes. No bastaba con llevar la política al cine sino que debía replantearse la función significante del medio. Los guiones contenidos en este volumen permiten situar con precisión las proposiciones políticas y cinematográficas del Grupo.


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miércoles, 27 de febrero de 2013

Las 50 mejores entrevistas de Los Inrockuptibles


En quince años pueden pasar muchas cosas. Tal vez, aquellos que van de 1996 a 2012 estuvieron marcados a fuego por cambios tan profundos que podríamos hablar de planetas distintos. Y ahí estuvo los Inrockuptibles, la versión argentina del mítico semanario francés, como testigo y parte de un tiempo que se sacudió de lo lindo. En este tiempo pasaron muchas cosas: varios presidentes, dólares, pesos y un par más de etcéteras. Lo que nunca cambió son las entrevistas que vienen haciendo desde que empezaron. En sus entrevistas, el encuentro cara a cara del artista con quien pregunta excede el simple diálogo para ser siempre un poco más: “ojo crítico y espíritu de fan” es la consigna que guía a quienes hacen la revista desde el número cero. Por eso decidieron juntarlas. Música, cine y libros, también arte, actualidad social y política según el rock (rock, claro, entendido como cultura, como una forma de leer y de vivir el mundo que nos toca en suerte.)
Quince años en cincuenta notas dan forma a “Los inrockuptibles: 50 entrevistas”, el primer libro de “Los Inrocks” en cuyas páginas se mezclan David Lynch, Fito Páez, Tim Burton, John Carpenter, Indio Solari, Charly García, PJ Harvey, Gustavo Cerati y varios más.


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martes, 26 de febrero de 2013

Una amistad improbable


«Llamé a la puerta de Philippe Pozzo di Borgo para pedirle una firma. Era 1994, y él aún no se había convertido en el héroe tetrapléjico más famoso de la historia del cine. Quería su firma para poder cobrar el paro. Él prefirió darme trabajo. Peor para mí. No. Mejor para mí. Yo tenía veintitantos años, acababa de salir de prisión, no sabía qué hacer con mi vida y sólo pensaba en divertirme. Philippe estaba desesperado, no tenía nada que perder. Juntos tentamos al diablo. Philippe me abrió los ojos a un mundo que yo creía detestar, el mundo de quienes lo tienen todo. Y yo lo invité a conocer mi mundo, el de quienes no tienen nada [...] Estábamos destinados a no entendernos. Pero acabamos siendo íntimos amigos.» Abdel Sellou


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Estrenada en Francia en noviembre de 2011, la película Intocable se ha convertido en un éxito formidable. Con casi 19 millones de espectadores, ha desbancado a la que durante décadas fue la máxima referencia del cine francés: La gran juerga, de Louis de Funes. Intocable narra la amistad de dos hombres separados por un abismo social: el aristócrata Philippe Pozzo di Borgo, director de Champagne Pommery, que quedó tetrapléjico tras un accidente de parapente; y Abdel Sellou, un joven del extrarradio de origen argelino que, contra todo pronóstico, se convirtió en su cuidador y lo ayudó a recuperarse de una profunda depresión. En este libro, la pieza que faltaba en el cuento de hadas en que se ha convertido la vida de estos dos hombres, Abdel ofrece sin sentimentalismo su versión de los hechos.

lunes, 25 de febrero de 2013

El excursionista del planeta


“El excursionista del planeta” reúne por primera vez un amplio conjunto de escritos de viaje de Lucio V. Mansilla, en los que este protagonista de la cultura y la política argentinas del siglo XIX narró sus recorridos por el mundo entre 1850 y la primera década del siglo XX. En todos ellos, sean relatos de viaje, noticias periodísticas o las exitosas causeries, Mansilla tiene un mismo objetivo: cautivar a los lectores que lo siguen en la prensa, donde publica todos sus textos, con sus anécdotas, con las últimas novedades y con un ingenio excepcional.
Curioso y excéntrico, tal como se dio a conocer desde “Una excursión a los indios ranqueles”, Mansilla evidencia su originalidad en las tempranas impresiones de viaje por Oriente, mientras su gusto por la aventura anima las “Cartas de Amambay”, en las que narra una expedición en busca de oro por Paraguay. La figura de escritor viajero se completa en los relatos sobre Europa: los viajes a Europa son el tema privilegiado de las causeries del jueves, donde Mansilla juega a exhibir su vida privada, y son también el material de sus corresponsalías periodísticas, en las que se muestra tan atento a los cambios políticos como a las novedades tecnológicas. Digresivo sin perder eficacia, conversador a la vez que observador, siempre cosmopolita y moderno, Mansilla logró construir en sus notas para la prensa un estilo propio que no perdió actualidad: el estilo Mansilla.


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Tras una exhaustiva investigación, Sandra Contreras recuperó un invalorable caudal de escritos inéditos que, al sumarse a los ya conocidos, renuevan por completo la imagen de Mansilla. Con la lectura de “El excursionista del planeta”, su figura, como demuestra Contreras en su prólogo, adquiere una nueva dimensión: "Glotón de múltiples destinos, extravagante en los placeres del consumo, eterno afortunado en infinidad de travesías, Mansilla –el más joven y el más viejo de su generación– puede convertirse a su vez, para todos, en genio protector de los buenos viajes".

sábado, 23 de febrero de 2013

La 31 (una novela precaria)



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Diario La Razón, 23 de diciembre de 2012

Retiro también es América

En su última novela, Ariel Magnus logra condensar en la villa 31 de Retiro un universo donde los pobres confrontan con la mirada de los otros, los más acomodados, donde suceden milagros verdaderos e ilusorios, donde los villeros tienen un cielo propio y donde también se sintetiza el estilo hecho de delirio e ironía de los libros anteriores de Magnus, en especial desde Un chino en bicicleta. La 31 (una novela precaria) mezcla aguafuertes, escenas oníricas y realistas en una combinación que confirman a Magnus como un excelente narrador, que no es ajeno a la crítica de los discursos hegemónicos.
Por Sebastián Basualdo

Si lo que alguna vez se conoció como realismo mágico no era otra cosa que la mirada europea puesta sobre las idiosincrasias, los mitos y leyendas que al fin y al cabo conformaban la vida real de hombres y mujeres en nuestro querido y viejo continente americano, podemos entonces aprovechar esa mirada para imaginar un realismo delirante sobre los habitantes de una villa miseria, como suele llamarse, pero no ya desde una perspectiva europea sino por una clase social acomodada, porteña, colmada de prejuicios y todo tipo de extrañezas. Y entonces sí: vamos a tener una idea aproximada del punto de vista que eligió Ariel Magnus para narrar esta genial y desopilante obra que es La 31 (una novela precaria). “Siempre termino distrayéndome y mirando la villa, comentó la señora de Arredondo.” “O sea que la villa te distrae de distraerte, objetó el doctor Arredondo.” “Es que miro la villa y pienso en la gente que vive en la villa y eso me tensiona.” “Quizá la distracción sea entonces todo lo que hacemos mientras no pensamos en la gente que vive en la villa.” “Yo no creo que nosotros nos hagamos los distraídos, si eso es lo que estás insinuando. Donamos todos los años para los pobres. Y la tenemos enfrente, cuando bien podríamos vivir en un country y no verla ni por televisión”, concluye la señora de Arredondo. Y justamente algo de esto habrá en la sensación que experimentará el lector apenas se interne en La 31, la mítica villa de Retiro, porque al igual que sucede en las publicidades televisivas, Ariel Magnus presenta un universo cerrado en sí mismo, absolutamente democrático en la desgracia, y si no es el mejor de los mundos posibles, al menos es el único que puede conocerse, no hay conflictos ni contradicciones fuera de la villa, excepto para los que no son parte de ella y pueden visitarla como turistas pagándose un tour por “la Nueva Shork de las villas de la París de Latinoamérica” como si fueran a visitar animales a un zoológico y luego comparar la villa de Retiro con las favelas de Río y de Caracas y sentenciar algo indignados: “Así cualquiera es pobre –se oyó murmurar a alguno al ver que el comedor infantil contaba con heladera y horno de microondas”.

Si en esa notable novela que es Un chino en bicicleta (2007), el autor logró valerse de la ignorancia que se tiene frente a otras culturas para poner en evidencia lo disparatado del imaginario social, en La 31 elabora un complejo entramado narrativo apoyándose en esos discursos dominantes que han estigmatizado a la clase social más desposeída, víctima de xenofobia y todo tipo de discursos racistas, hasta potenciarlos al nivel del absurdo y la caricatura. De esta manera, el humor opera en una zona conflictiva donde el orden natural de las cosas está quebrado: la pobreza, la droga, el hambre y el delito pueden exagerarse hasta el paroxismo porque no surgen como consecuencia de políticas asesinas, sino que son hechos en sí mismos, casi aislados de toda connotación ideológica: una realidad paralela digna de mitificación. La ironía es un modo de denuncia vedada, la risa siempre termina con los dientes apretados. Como ocurre con los capítulos titulados El cielo de los villeros, especie de apartado necrológico que pone de manifiesto de qué manera los habitantes de la villa se mueren como moscas: “Francisco Raúl L. a los 22 en un accidente laboral; el capataz deslindó responsabilidades diciendo que Francisco Raúl era boliviano y de eso no te salva ni un casco ni un arnés. Celia Y. a los 4 de un tiro en el pecho, quedó en medio de una pelea entre banditas, quizá murió pensando que se peleaban por ella. Olga Ursula V. a los 37 de cáncer de mama, ella decía de mamá y les echaba la culpa a los disgustos que le habían dado sus hijos”.

A lo largo de treinta y un textos que oscilan entre la crónica veteada con un ligero tono de aguafuerte arltiana y una prosa limpia de toda ornamentación que permite, sin que resulte forzado, la inclusión de otros géneros como relatos en forma de fábula o alegorías destinadas a poner en situación de diálogos bajo un tono existencialista la personificación de los males que aquejan a la miseria, la novela retrata toda una serie de personajes exóticos que van repitiéndose y ganando protagonismo a partir de la recurrencia en situaciones disparatadas, inverosímiles y grotescas. Algunos se confabulan con el imaginario social y aparecen a modo de esperpentos arquetípicos, como diría Valle Inclán, reencarnándose en prostitutas, violadores y policías corruptos que conviven, casilla de por medio, con músicos como Martín Fierrita que, entre porro y porro, se propone una adaptación al lenguaje lumpen del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra. No faltan animales deformes y niñas como Remedios, que llora fármacos del tamaño de sus lágrimas y cura todo tipo de enfermedades graves.

De esta manera La 31 se convierte en una novela de múltiples lecturas, violenta, corrosiva y absurda como la necesidad misma que los ricos tienen de los pobres. Absolutamente consecuente, La 31 (una novela precaria) continúa con lo mejor de ese universo ficcional que viene elaborando Ariel Magnus desde por la publicación de Sandra (2005), pasando por Muñecas (2008) y El hombre sentado (2010) para nombrar sólo algunas de las obras de este joven y prolífico autor cuya marca distintiva de producción se encuentra ya materializada en la novela La cuadratura de la redondez (2011): el humor y la ironía puestos al servicio de cuestionar los discursos hegemónicos que interpretan lo real.

viernes, 22 de febrero de 2013

El centro del mundo, 3 nouvelles calientes.


¿Hasta dónde puede llegar un relato a meterse de lleno en el tira y afloja de los cuerpos entregados a lo suyo? De la mano de Ercole Lissardi podemos encontrar una respuesta. En El centro del mundo, el libro que reúne tres de sus nouvelles más calientes, la idea es llevar las cosas al extremo sin por eso perder la forma.
El deseo impone sus reglas en medio de la faena y el escritor uruguayo -figura de culto en su país natal- compite en el tema como pocos. Del orden de la orfebrería literaria, el relato que abre el libro y le da su nombre se posiciona como un lugar desde el que es posible decirlo y contarlo todo, mientras que La diosa idiota hace de la rabia su pura intensidad y La educación burguesa cierra desde una perspectiva más cercana a la de la política familiar.
Y entre los tres, un hilo conductor: el pulso tenso (al borde de la pornografía) de un autor que se impone como uno de los más bravos, claros y contundentes de la literatura rioplatense. A disfrutarlo sin pena y sin culpa.


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Una entrevista al autor publicada en la Revista Ñ el día 20 de febrero de 2013:

"Cuando el deseo arremete contra la mujer de tu amigo, no le importa nada"
Entrevista con el escritor uruguayo Ercole Lissardi, autor de literatura erótica.
POR Mauro Libertella


No hay nadie como Ercole Lissardi en Latinoamérica. Nadie que escriba libro eróticos con una mezcla tan poderosa de densidad lírica y palabras concretas y al grano. Se sabe de Lissardi que nació en Uruguay, que llegó a dirigir un noticiero nacional y que a los 45 años largó todo para dedicarse a la literatura. Rápidamente se mostró como un autor prolífico, y sus textos, en general breves, empezaron a calentar a los países del Río de la Plata a medida que fueron circulando de mano en mano. Ahora llega por primera vez una edición argentina de Lissardi, con El centro del mundo, un libro que reune tres novelas breves, que pueden servir como puerta de entrada a una obra extraña y estimulante.
–¿Fue diferente la lectura de tus textos en Uruguay y acá?
–Completamente. En Uruguay se me leyó desde donde se me puede leer, que es desde la izquierda. La cultura es predominantemente de izquierda ahí. Y la izquierda es pacata. Si uno estudia la cultura de la Unión Soviética, por ejemplo, es completamente reprimida. Una lectura típica fue: “Qué buen escritor, pero hace pornografía”. Y en el contexto de una sociedad pacata, la palabra “pornografía” es una acusación. Es llamar a la policía. Ha habido una lectura desde un sesgo represivo. En Uruguay la censura eclésiástica fue reemplazada por la censura de izquierda. Y hablo desde la izquierda, pasé diez años en el exilio por mi militancia de izquierda. En el medio cultural argentino, que es mucho más amplio, hay más vectores de lectura.
–El arte erótico arrastra estigmas, ¿no?
–Bueno, en una sociedad pacata hay cosas que se dicen y cosas que no se dicen. El arte erótico debería sugerir pero no mostrar. Ese es un anacronismo que se arrastra. La distinción entre erotismo y pornografía tuvo sentido en un determinado momento y lugar, en este mundo en que vivimos no tiene sentido. Pero se siguen repitiendo esas cosas.
–¿Qué necesitas tener en la cabeza para empezar un libro?
–Dos cosas. Una imagen o una frase, que si me revolotea cinco o seis días, se que hay una historia. La otra cosa que necesito es una voz. Yo escribo a mano: cuando apoyo la punta del lápiz en el papel, tiene que estar la voz que narra. En “La diosa idiota” es un tipo que está irritado y furioso, porque vivió una cosa tremenda que no terminó de entender y que ahora, cuando la recuerda, tampoco la entiende del todo. Entonces escribe como un tipo irritado, y eso se tiene que escuchar. En “La educación burguesa”, en cambio, yo sentía que tenía que escribir como en una superficie aterciopelada. Todo tiene que ser suave. Y cuando finalmente se empieza a ver cuál era el juego, uno siente la puñalada. Pero hasta ahí, todo tenía que ser suave, y de ese modo lo escribí.
–Metés en tus relatos figuras asociadas a lo prohibido: la compañera del trabajo, la vecina, la novia del amigo, la infidelidad...
–Creo que el deseo es una fuerza, que surge de nuestro interior y nos lanza hacia una persona, no sabemos buscando qué, ni cuándo se agota. Como somos seres civilizados, tenemos coraza y buscamos que el deseo no dirija nuestros actos: reprimimos. Cuando se produce el deseo, lo frenamos. Pero el deseo como fuerza desmantela las convenciones, atraviesa las cosas correctas, desestructura todo. Por eso, cuando el deseo arremete contra la mujer de tu amigo, me interesa porque es ese lugar en el que el deseo atraviesa esa convención, no le importa nada.
–No puedo evitar preguntarte por “50 sombras de Grey”, como fenómeno erótico mundial.
–Fui a una librería, cosa que rara vez hago, picoteé por acá y por allá, y con todo respeto, no tuve feeling alguno con esa novela. Ahora, ¿por qué ese éxito? Entre 1970 y 1975 se cayó la censura en cuanto a representaciones de la sexualidad. Cuando Garganta profunda recibió la aprobación para ser proyectada comercialmente, fue el fin de la censura. Eso lo aprovechó la industria de la pornografía, que llegó a ser uno de los ramos industriales más poderosos del planeta. Ellos aprovecharon la caída de la censura. Pero la televisión, por ejemplo, no aprovechó esa libertad. En los últimos años, ahí sí, la industria del entretenimiento decidió aggiornarse . La serie “Girls” es un ejemplo. ¿Es tardío? Sí, pero sucedió. Yo como escritor de erótica sabía hace unos años que esto iba a pasar. Era previsible, porque venían sujetando la cosa, y en un determinado momento el dique explota. Con el nivel de pornografía que hay en nuestra sociedad, la gente ya estaba más que lista para que abran las fronteras.


jueves, 21 de febrero de 2013

“Caza de conejos”, edición ilustrada



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«Fuimos a cazar conejos. Era una expedición bien organizada que capitaneaba el idiota. Teníamos sombreros rojos. Y escopetas, puñales, ametralladoras, cañones y tanques. Otros llevaban las manos vacías. Laura iba desnuda. Llegados al bosque inmenso, el idiota levantó una mano y dio la orden de dispersarnos. Teníamos un plan completo. Todos los detalles habían sido previstos. Había cazadores solitarios, y había grupos de dos, de tres o de quince. En total éramos muchos, y nadie pensaba cumplir las órdenes».




«Cuando hubimos cazado un número suficiente de conejos como para satisfacer nuestra hambre milenaria, preparamos una fogata con todos los carteles de madera que decían PROHIBIDO CAZAR CONEJOS y asamos los conejos a las brasas».




Durante más de tres décadas, mientras publicaba una docena de obras desperdigadas y casi secretas, el uruguayo Mario Levrero fue un escritor de culto. Tras su muerte, en 2004, el mundo editorial lo “descubrió” donde siempre había estado: entre los mayores escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX.
“Caza de conejos”, con su humor absurdo y su insolencia, ocupa un lugar muy especial dentro de su trayectoria creativa: abandona de un salto el tono kafkiano de sus primeras novelas y estrena la libertad que le permitiría escribir los magistrales experimentos autobiográficos de su madurez.




martes, 19 de febrero de 2013

Versión original de "Las mil y una noches"


Como anota el profesor René R. Khawam en el prólogo de esta magna obra, "agitadora obra maestra donde las haya, reconocida y celebrada como tal desde hace casi siete siglos", no había aún una edición fiel a los manuscritos antiguos; algo injusto a todas luces. Es por ello que, en 1965, el profesor Khawam inició un minucioso proceso para establecer una edición fiable, filológicamente rigurosa y literariamente bella de la que sin duda es una de las mayores obras de la literatura universal. Recurriendo a los manuscritos originales, el principal de los cuales data del siglo XIII, Khawam ha hecho una impecable versión que descarta algunos episodios añadidos sobre todo en el siglo XIX y recupera en cambio otros que hasta ahora permanecía inéditos.
Podría decirse que con esta edición, acompañada de bellas ilustraciones, se publica por primera vez "Las mil y una noches" tal como fue inicialmente concebida (sin manipulaciones occidentales).


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lunes, 18 de febrero de 2013

La danza de la gaviota


El insomnio ha vuelto a sacar al comisario Montalbano de la cama. Al amanecer, con una taza de café en la mano, sale a la terraza para contemplar el mar y asiste a un solitario y lúgubre espectáculo: en la arena, una gaviota enferma, o quizá herida, parece ejecutar una extraña coreografía antes de caer fulminada, como si la vida se resistiera a abandonar su cuerpo para siempre. La imagen suscita en el comisario los mismos sentimientos fúnebres e insidiosos que en los últimos tiempos han enturbiado su mente, y se le antoja una especie de premonición. Y lo es. Las vacaciones que Montalbano tenía previsto disfrutar junto a Livia se frustran cuando Fazio, la inestimable mano derecha del comisario, sencillamente desaparece del mapa. No ha vuelto a casa, su teléfono está desconectado y sólo se sabe que iba a encontrarse con alguien en el puerto. Sus compañeros se temen lo peor, y la visión de su querido Fazio herido, o tal vez muerto, mortifica a Montalbano de tal forma que no reparará en esfuerzos para encontrarlo.
Bien entrado en la cincuentena, Salvo Montalbano vive cada día más angustiado por los efectos de la edad y el desencanto. En otro sutil toque de humor de su genial creador, los acontecimientos de “La danza de la gaviota” transcurren cerca del lugar donde se está rodando un episodio de la famosa teleserie sobre Montalbano. Por supuesto, éste evita a toda costa cruzarse con el actor que lo interpreta, que es mucho más joven y atractivo, aunque difícilmente tan irresistible para las mujeres como él.


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sábado, 16 de febrero de 2013

La autobiografía de Bertrand Russell


Por primera vez los 3 tomos de la obra en un sólo volumen.

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Bertrand Russell (1872-1970) es uno de los hombres que más profunda huella ha dejado en el pensamiento occidental de nuestro tiempo, y –fruto de una curiosidad intelectual casi ilimitada– se ha convertido en un referente en las más diversas ramas del saber.
Estudió matemáticas, física y ciencias humanas en Cambridge. Su teoría de los tipos, con la que daba respuesta a la grave crisis que atravesaba la teoría de los conjuntos, abrió un nuevo campo a la lógica formal. En la filosofía moral y social, abordó las contradicciones entre individuo y sociedad, libertad y orden, progresismo y pesimismo, etcétera. Su insobornable actividad crítica hizo que fuera encarcelado en dos ocasiones y, enfrentado a la carrera armamentística nuclear y a la violencia en general, presidió el tribunal que juzgó los crímenes de guerra en Vietnam.
A lo largo de sus casi cien años de vida, trabó amistad con algunos de los hombres y mujeres más importantes de su tiempo, que desfilan por estas páginas en soberbios retratos: de Joseph Conrad, George Bernard Shaw y T.S. Eliot, a George Edward Moore, F. H. Bradley o Alfred North Whitehead, pasando por Jean Paul Sartre y Albert Einstein.
Además de profesor en Cambridge, donde Wittgenstein fue uno de sus alumnos aventajados, y conferenciante en universidades y centros culturales de todo el mundo, fue autor de una vasta obra escrita que le convirtió en el filósofo del siglo XX más leído por los lectores no especializados, y eso se debe sin duda a su característico e inconfundible sentido del humor, en el que la ironía desemboca a menudo en el sarcasmo más implacable, y en un estilo depurado que en 1950 le hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Correr con los keniatas


Tras ver durante años cómo los atletas keniatas ganaban las principales carreras de larga distancia en todo el mundo, Adharanand Finn emprendió la tarea de descubrir por qué son tan rápidos y, de paso, comprobar si era capaz de seguir su ritmo. Preparó a la familia y abandonó Devon para mudarse a la pequeña ciudad de Iten, en Kenia, tierra natal de cientos de los mejores atletas del país y, sin lugar a dudas, capital mundial del atletismo.
Una vez allí, se calzó las zapatillas y se lanzó a la aventura por las pistas de tierra, corriendo en compañía de campeones olímpicos, jóvenes esperanzados y colegiales descalzos. Durmió en sus campamentos de entrenamiento y se despertó a las cinco de la mañana para salir a correr por las mismas cuestas que ellos, y en el libro nos va contando cómo viven, cómo corren y con qué sueñan.
¿Y el secreto? Una mezcla de entrenamiento intensivo, alimentación sana, descanso… Y pobreza. No de morirse de hambre. Pero si como para que ganar el primer premio de un maratón en una ciudad occidental les resuelva la vida a ellos y a sus familias para siempre.
Al final del camino lo esperaba el sueño de unirse a los mejores atletas de Kenia en su primer maratón, una carrera épica por el territorio de los leones, en plena llanura keniata. En definitiva, un libro muy interesante y ameno… que después de leerlo dan ganas de irse a pasar una temporada  a Iten.


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martes, 12 de febrero de 2013

La biografía de Jacques Derrida


Derrida, el deconstructor
Se publica en español la apasionante biografía dedicada al filósofo francés, una de las figuras más influyentes del siglo XX

Por Benoît Peeters  | Para LA NACION

Un filósofo, ¿tiene una vida? ¿Podemos escribir su biografía? La pregunta se planteó en octubre de 1996, en un coloquio organizado en la Universidad de Nueva York. En una intervención improvisada, Jacques Derrida comenzó recordando:
Como ustedes saben, la filosofía tradicional excluye la biografía, considera la biografía como algo externo a la filosofía. Ustedes recordarán la frase de Heidegger respecto de Aristóteles: "¿Cuál fue la vida de Aristóteles?". Pues bien, la respuesta necesita de una sola frase: "Nació, pensó, murió". Y todo el resto es mera anécdota.
Sin embargo, no era ésta la posición de Derrida. Ya en 1976, en una conferencia sobre Nietzsche, escribía:
Ya no entendemos la biografía de un "filósofo" como un corpus de accidentes empíricos que dejan un nombre y una firma fuera de un sistema que sí se ofrecería a una lectura filosófica inmanente, la única en ser considerada como filosóficamente legítima.
Derrida llamaba entonces a inventar "una nueva problemática de lo biográfico en general y de la biografía de los filósofos en particular" para repensar la frontera entre "el corpus y el cuerpo". Esta preocupación nunca lo abandonó. En una entrevista tardía, insistió en el hecho de que "la cuestión de la 'biografía'" no lo incomodaba para nada. Incluso podría decirse que le interesaba mucho:
Yo soy de aquellos -pocos- que lo hemos señalado de modo constante: es bien necesario (y es necesario hacerlo bien) volver a llevar a escena la biografía de los filósofos y el compromiso firmado, en particular el compromiso político, con su nombre propio, ya sea que estemos hablando de Heidegger o de Hegel, Freud o Nietzsche, de Sartre o Blanchot, etcétera.
De hecho, Derrida no temió recurrir a materiales biográficos en sus propias obras, cuando hubo de referirse a Walter Benjamin, Paul de Man y algunos otros. En Glas, por ejemplo, cita profusamente la correspondencia de Hegel, mencionando sus vínculos familiares y preocupaciones económicas, sin considerar esos textos como menores ni como ajenos a su trabajo filosófico.
En una de las últimas secuencias de la película que le dedicaran Kirby Dick y Amy Ziering Kofman, Derrida incluso se atreve a llegar más lejos, al responder de manera provocadora a la pregunta sobre qué le gustaría descubrir en un documental sobre Kant, Hegel o Heidegger:
Me gustaría escucharlos hablar de su vida sexual. ¿Cuál es la vida sexual de Hegel o de Heidegger? [...] Porque es algo de lo que ellos no hablan. Me gustaría escucharlos mencionar algo acerca de aquello de lo que no hablan. ¿Por qué los filósofos se presentan en su obra como seres asexuados? ¿Por qué borraron su vida privada de su obra? ¿Por qué nunca hablan de cosas personales? No digo que haya que hacer una película porno sobre Hegel o Heidegger. Quiero escucharlos hablar del lugar que ocupa el amor en sus vidas.
De manera aún más significativa, la autobiografía -la de los demás, principalmente la de Rousseau y la de Nietzsche, pero también la suya- fue para Derrida un objeto filosófico como cualquier otro, digno de consideración en sus generalidades y más aún en sus detalles. Para él, incluso, la escritura autobiográfica era el género por excelencia, aquel que primero le había provocado deseos de escribir, aquel que nunca dejará de perseguirlo. Desde la adolescencia soñaba con una especie de inmenso diario de vida y de pensamiento, con un texto ininterrumpido, polimorfo y -por decirlo de algún modo- absoluto:
En el fondo, las Memorias -aunque con una forma que no sería lo que en general llamamos "Memorias"- son la forma general de todo lo que me interesa, el deseo irrefrenable de conservarlo todo, de reunir todo en el idioma de uno. Y la filosofía -en todo caso, la filosofía académica-, para mí, siempre estuvo al servicio de ese designio autobiográfico de memoria.
Derrida nos brindó esas Memorias que no lo son, diseminándolas en muchos de sus libros. "Circonfesión", La tarjeta postal, El monolingüismo del otro, Velos, Mémoires d'aveugle* [Memorias de ciego], La contre-allée y muchos otros textos, entre ellos muchas entrevistas tardías y las dos películas que le fueron dedicadas, dibujan una autobiografía fragmentaria, pero rica en detalles concretos y, en algunos casos, muy íntimos, que Derrida llegó a designar como "opus autobiotánatoheterográfico". [...]

Nota publicada en la revista ADN del diario La Nación el día 25 de enero de 2013. Para leer la nota completa: http://www.lanacion.com.ar/1548430-derrida-el-deconstructor

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sábado, 9 de febrero de 2013

Edición especial de “El Fantasma de Canterville”


«Al día siguiente el fantasma se sintió muy débil y cansado. Tenía completamente alterados los nervios y el más leve ruido le sobresaltaba. Durante cinco días permaneció en su cuarto renunciando incluso a mantener la mancha de sangre en el suelo de la biblioteca. Si la familia Otis no la quería, era evidente que no se la merecía. Aquella era, sin duda, una gente muy vulgar y materialista, incapaz de apreciar el valor simbólico de ese tipo de fenómenos».


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“El Fantasma de Canterville” fue publicado por primera vez en febrero de 1887, en la revista The Court and Society Review, y editado, junto a otros cuentos en el volumen de 1891 “El crimen de lord Arthur Savile y otras historias”. Oscar Wilde desarrolla en esta obra, con irónico y sutil sentido del humor, la atmósfera tenebrosa del clásico relato de terror y contrapone el pragmatismo norteamericano con la tradicional aristocracia británica. La rígida era victoriana junto a la cultura estadounidense con sus eficaces productos de consumo.
En 1975, Esther Tusquets encargó a Oscar Conti (Oski) —gran artista y humorista argentino— las ilustraciones para el famoso fantasma de Wilde. Hoy, Libros del Zorro Rojo, recupera este libro legendario, descatalogado hace décadas.

«Oski es en efecto un monje enloquecido que hace arabescos sobre los textos sagrados, pero no como los quiere el padre prior. Está de parte del diablo, aspira a serlo.»
Umberto Eco

viernes, 8 de febrero de 2013

Paraná Ra'Anga, un viaje filosófico


Paraná Ra'Anga ("La figura del Paraná") es un proyecto de la red de centros culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), liderado por el Centro Cultural Parque de España, de Rosario, y del que participan además los Centros Culturales de España en Buenos Aires, Córdoba y Asunción del Paraguay.
Retomando la vieja tradición de las expediciones científico-culturales, Paraná Ra'Anga remonta los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay, desde Buenos Aires hasta Asunción. La propuesta de recorrer la región retoma la tradición histórica del viaje como instrumento de conocimiento y colaboración entre artes y ciencias, para construir nuevas formas de mirar y comprender el Paraná.
Participan de este acontecimiento artistas y científicos (antropólogos, sociólogos, ecólogos, geógrafos, astrofísicos, historiadores del arte y de la ciencia, ingenieros, arquitectos, educadores ambientales, músicos, artistas visuales, escritores y filósofos) argentinos, paraguayos, holandeses y españoles.
Este viaje se plantea como una plataforma desde donde reflexionar sobre el territorio y su gente, interactuar con referentes e instituciones locales y registrar de primera mano las historias y vivencias regionales, reconociendo el agua como elemento vivo y transformador.


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El libro contiene un CD con las obras "Camalote", de Oscar Edelstein, "Paraná Aña", de Francisco López, "El diminuto Juan", "Yarará", "Chamarrón de proa" y "Cielito marangatú", interpretadas por Jorge Fandermole -la última, junto a Mito Sequera-, y un poema de Juan L. Ortiz, y otro de D.G.Helder, ambos interpretados por Helder. Un DVD trae la animación "Remontando el futuro del río", de Pere Joan, y el video "Amba. Una especie de paraíso", de Laura Glusman.

El 7 de febrero se inauguró en la Fundación OSDE (Av. Leandro N. Alem 1067) la exhibición Paraná Ra'Anga curada por María Teresa Constantín.

jueves, 7 de febrero de 2013

“Soy un gato”, de Natsume Soseki


«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre.» Así comienza la primera y más hilarante novela de Natsume Soseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa, que narra las aventuras de un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar a la hija de los vecinos. Escrita justo antes de su aclamada novela “Botchan”, “Soy un gato” es una sátira descarnada de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico, recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha tocado convivir.


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miércoles, 6 de febrero de 2013

El doctor Quirke está de regreso


«¿Cómo llegó a habitar un alegre y prolífico autor de novela negra la mente creadora de uno de los mayores perfeccionistas de todo el mundo? (…) ¿Son el Dr. Banville y Mr. Black en realidad tan distintos como parecen?»
Washington Post



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Cuando el magnate de la prensa Richard Jewel aparece muerto en su casa de campo una calurosa mañana de verano, pocos lo lamentan. El doctor Quirke y el inspector Hackett no tardan en darse cuenta de que, lejos de tratarse de un posible suicidio, «Diamante Dick» ha sido asesinado. La investigación lleva a Quirke al orfanato de St. Christopher, donde vivió su infancia, y a frecuentar a la problemática Dannie, la problemática hermana de Jewell; a Carlton Sumner, el empresario rival, y a Françoise d’Aubigny, la elegante y misteriosa viuda.
Tras el éxito de “En busca de April”, Benjamin Black crea una nueva y apasionante intriga que nos muestra a un Quirke más íntimo y confundido que nunca sobre el trasfondo del Dublín de los años cincuenta.

lunes, 4 de febrero de 2013

París era una fiesta


Publicada póstumamente en 1964, "París era una fiesta" es la obra más personal y reveladora de Hemingway, quien, ya en el crepúsculo de su vida, narra aquí los dorados, salvajes y fructíferos años de su juventud en el París de los años veinte, en compañía de escritores como Scott Fitzgerald o Ezra Pound, la llamada «generación perdida», según la popular denominación acuñada en aquella época por Gertrude Stein, mítica madrina del grupo.
Crónica de la formación de un joven escritor, retrato de una ciudad perdida, oda a la amistad y verdadero testamento literario, París era una fiesta es uno de los libros capitales para entender el siglo XX, así como el universo y la personalidad de uno de sus más grandes creadores.


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sábado, 2 de febrero de 2013

Cómo enterrar a un padre desaparecido


Una larga carta que su familia guardó durante demasiado tiempo inicia la búsqueda de Mariana Corral. La joven artista emprende un camino en el que sigue las huellas de Manolo, su padre desaparecido durante la dictadura, el hombre que escribió esa misiva una noche de 1977 en una mesa del bar La Perla, acorralado por el miedo. En ese camino la acompaña un amigo, un investigador tenaz, un cronista brillante, Sebastián Hacher. Esta es la historia de esa búsqueda, que así como bucea en los últimos días de Manolo en Misiones, al pie de las Cataratas, viaja al Sur, a Cipolletti, donde vive una vieja amiga del padre, para preguntarse cómo eran el amor y la amistad en ese tiempo desconcertante al que parece imposible comprender.
“Cómo enterrar a un padre desaparecido” plantea preguntas medulares: ¿Cómo salir de los clichés de la corrección política a la hora de "reconstruir la memoria"? ¿Cómo enterrar al padre sin cuerpo? ¿Cómo contar el cuerpo dañado de una sociedad?



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viernes, 1 de febrero de 2013

El veneno nuestro de cada día


“El veneno nuestro de cada día” es el fruto de un largo proceso iniciado en 2004. En aquel momento, mi inquietud se centró en las amenazas que recaían sobre la biodiversidad: en dos documentales acerca de la patentación de la vida y de la historia del trigo, me referí al modo en que ciertas multinacionales obtenían patentes indebidas sobre las plantas y los saberes prácticos propios de los países periféricos. En el mismo momento, me encontraba filmando un reportaje en Argentina que trazaba un balance (desastroso) de los cultivos de soja transgénica. Durante la realización de estos tres documentales, viajé a lo largo y a lo ancho del planeta, preguntándome acerca del modelo agroindustrial implementado hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, y que enarbolaba el objetivo de “alimentar al mundo”.
También advertí que la famosa “revolución verde” acarreaba un empobrecimiento de los recursos naturales (calidad de los suelos, agua) y una contaminación generalizada del medio ambiente, debido al uso masivo de productos químicos.
(…) me preguntaba cómo se evalúan y reglamentan las aproximadamente cien mil moléculas químicas de síntesis que han invadido nuestro medio ambiente y nuestra mesa desde hace medio siglo. Finalmente, ¿existe un vínculo entre la exposición a estas sustancias químicas, y el aumento espectacular de cánceres, enfermedades neurodegenerativas, trastornos de la reproducción, diabetes u obesidad que se registran en los países “desarrollados”, a punto tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de “epidemia”?.
Por último, “El veneno nuestro de cada día” es el fruto de una convicción que quisiera transmitir: es necesario reapropiarse del contenido de nuestra alimentación diaria, recuperar las riendas de lo que comemos, para que dejen de infligirnos pequeñas dosis de distintos venenos sin ningún beneficio.
Ahora bien, para poder criticar las (múltiples) fallas de este “sistema” y exigir su revisión absoluta, hay que comprender cómo funciona.
En este sentido, saber es poder...

Marie-Monique Robin


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