“El veneno nuestro de cada día” es el fruto de un largo
proceso iniciado en 2004. En aquel momento, mi inquietud se centró en las
amenazas que recaían sobre la biodiversidad: en dos documentales acerca de la
patentación de la vida y de la historia del trigo, me referí al modo en que
ciertas multinacionales obtenían patentes indebidas sobre las plantas y los
saberes prácticos propios de los países periféricos. En el mismo momento, me
encontraba filmando un reportaje en Argentina que trazaba un balance (desastroso)
de los cultivos de soja transgénica. Durante la realización de estos tres
documentales, viajé a lo largo y a lo ancho del planeta, preguntándome acerca
del modelo agroindustrial implementado hacia el final de la Segunda Guerra
Mundial, y que enarbolaba el objetivo de “alimentar al mundo”.
También advertí que la famosa “revolución verde” acarreaba un empobrecimiento de los recursos naturales (calidad de los suelos, agua) y una contaminación generalizada del medio ambiente, debido al uso masivo de productos químicos.
(…) me preguntaba cómo se evalúan y reglamentan las aproximadamente cien mil moléculas químicas de síntesis que han invadido nuestro medio ambiente y nuestra mesa desde hace medio siglo. Finalmente, ¿existe un vínculo entre la exposición a estas sustancias químicas, y el aumento espectacular de cánceres, enfermedades neurodegenerativas, trastornos de la reproducción, diabetes u obesidad que se registran en los países “desarrollados”, a punto tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de “epidemia”?.
Por último, “El veneno nuestro de cada día” es el fruto de una convicción que quisiera transmitir: es necesario reapropiarse del contenido de nuestra alimentación diaria, recuperar las riendas de lo que comemos, para que dejen de infligirnos pequeñas dosis de distintos venenos sin ningún beneficio.
Ahora bien, para poder criticar las (múltiples) fallas de este “sistema” y exigir su revisión absoluta, hay que comprender cómo funciona.
En este sentido, saber es poder...
También advertí que la famosa “revolución verde” acarreaba un empobrecimiento de los recursos naturales (calidad de los suelos, agua) y una contaminación generalizada del medio ambiente, debido al uso masivo de productos químicos.
(…) me preguntaba cómo se evalúan y reglamentan las aproximadamente cien mil moléculas químicas de síntesis que han invadido nuestro medio ambiente y nuestra mesa desde hace medio siglo. Finalmente, ¿existe un vínculo entre la exposición a estas sustancias químicas, y el aumento espectacular de cánceres, enfermedades neurodegenerativas, trastornos de la reproducción, diabetes u obesidad que se registran en los países “desarrollados”, a punto tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de “epidemia”?.
Por último, “El veneno nuestro de cada día” es el fruto de una convicción que quisiera transmitir: es necesario reapropiarse del contenido de nuestra alimentación diaria, recuperar las riendas de lo que comemos, para que dejen de infligirnos pequeñas dosis de distintos venenos sin ningún beneficio.
Ahora bien, para poder criticar las (múltiples) fallas de este “sistema” y exigir su revisión absoluta, hay que comprender cómo funciona.
En este sentido, saber es poder...
Marie-Monique Robin
Para comprar el libro, hacé click acá. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario