"Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados
a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que
albergamos en nuestras células." Así de rotundo es el comienzo del libro
en el que el etólogo Richard Dawkins popularizó la teoría de que los genes son
las verdaderas «unidades» centrales de la evolución, en vez de los individuos
como los animales o las plantas. De esto hace ya casi treinta años, pues el
libro se publicó en 1976. Según Dawkins, los genes primigenios nos crearon a las
personas y los animales, quienes somos en realidad meras «máquinas de
transmisión». Como máquinas podemos funcionar mejor o peor en nuestro entorno y
de este modo continuar la cadena (garantizar la supervivencia y reproducción de
los genes) a lo largo del tiempo, o perecer en una selección evolutiva. En su
momento fue una forma de ver las cosas al revés sobre muchas ideas
tradicionales sobre la evolución centrada en los individuos o las especies (por
no hablar respecto a las ideas religiosas al respecto), pero actualmente hay
cierto consenso en la comunidad científica sobre que esta idea es la que
probablemente más se acerca a la realidad.
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