“Adelantándose al trabajo de los biógrafos, los críticos y
los historiadores de la literatura, Roberto Arlt fue escribiendo su propia vida
en notas periodísticas, en pequeñas autobiografías o directamente en algunos
tramos de su ficción”.
Del prólogo de Sylvia Saitta
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“Y otras personas también ya me han preguntado: “¿Dígame,
ese Arlt no es pseudónimo?”.
Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándole a la gente
que una vocal y tres consonantes pueden ser un apellido.
Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a
saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no
tengo la culpa.
Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de “Máquina polifacética de Arlt”?”
Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de “Máquina polifacética de Arlt”?”
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