viernes, 19 de julio de 2013

Herzog y su "Manual de supervivencia"


Para comprar el libro, hacé click acá.


¿Cómo es la evolución de su trabajo después de los años 70?

Tendrían que decirlo ustedes… O tendrían que mostrarse en Beaubourg. También hay una coherencia en mis filmes. Hay ciertos motivos, cierta insistencia en la visión. Cierta gramática en la dirección. Estoy seguro de ello. Al mismo es una obra abierta en todas las direcciones. Si consideran a Buñuel, de nuevo, su visión permanece coherente, aun cuando sus filmes surrealistas del comienzo, sus filmes de los años 50 en México y luego los de los años 60 en Francia sean muy diferentes. Bastan veinte segundos de imágenes para reconocer una película de Buñuel.

En usted el estilo no prevalece sobre el tema.

El estilo no se fija en un rictus. Me burlo del estilo. La sustancia de mis filmes está en otra parte. Pero no hay que malinterpretar mis palabras: si nunca me preocupé por el estilo es porque el estilo, inevitablemente, se impone a través de mí. No por el tema, sé que hay muchas maneras de tratar un mismo tema. Los franceses que realizaron La marcha del emperador la hicieron con una visión de la naturaleza completamente distinta de la mía. Y hay que reconocer que hay cosas magníficas en esa película. El estilo se impone, inevitablemente. Encuentra su camino sin que yo tenga que preocuparme por eso.

¿De dónde viene ese estilo?

¿De dónde? ¿Puedo preguntarles de dónde viene el estilo de su escritura manuscrita? ¿Se han planteado la pregunta? Si en cinco años veo una carta escrita por usted, sabré que es suya.”

***

Usted siempre habló de éxtasis, de “verdad extática”. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Su meta es alcanzar ese éxtasis?

Detrás de las imágenes, detrás de la visión, detrás de la historia, detrás de la gramática de la narración y la gramática de la imagen, hay algo cuya experiencia el cine puede ofrecer en muy raras ocasiones, se toca entonces una verdad más profunda. No pasa muy a menudo, pasa en poesía. Aun cuando me haya alejado un tanto de él con los años –es un poeta para los que tienen quince, dieciséis y diecisiete años–, al leer a Rimbaud se siente instantáneamente que hemos rozado algo extático. Tocamos una verdad que está detrás de las cosas. Algo que no necesitamos analizar. Lo sabemos de inmediato. Y uno se siente inmediatamente iluminado. Rimbaud obviamente se interesaba mucho en las iluminaciones. Pero los hechos no iluminan. Los hechos crean normas. Sólo la verdad ilumina. Es la frase más breve de la Minnesota Declaration, mi manifiesto sobre la verdad extática : Facts create norms, and truth illumination.

¿La Minnesota Declaration?

Es un manifiesto que escribí hace nueve años, para una retrospectiva en el Walker Art Center, Minnesota, en Minneapolis. Yo tenía que estar en ese momento en Sicilia, por trabajo. Con el desfasaje horario, no podía dormir. A las tres de la mañana, prendí la televisión italiana y me topé con una película porno. Una verdadera porno. Hard-core. Me dije que, de laguna manera, el porno se acerca más a una verdad que muchos documentales, en particular los documentales que se ven en la televisión. Limita con la verdad desnuda. Me senté y en veinte minutos escribí la Minnesota Declaration. Unos días más tarde, tenía que estar en Minneapolis. Había avisado que no quería llegar con las manos vacías.”

***

¿Son muy diferentes la realización de un filme y el montaje de una ópera?


No creo que debiéramos arriesgarnos a entrar en esos detalles. Una ópera es lo más diferente posible de un filme. Por eso es que nunca se logrará hacer un filme correcto a partir de una ópera. Muchos directores de talento lo intentaron, todos han fracasado. Sin excepción. Y en el futuro fracasarán también. Porque entre la ópera y el cine existen diferencias fundamentales, aunque más no sea en materia de timing. La ópera y el cine se basan en nociones diferentes –lo digo entre comillas– en términos de psicología y de emociones. La ópera no tolera las emociones de naturaleza humana. No tolera sino las emociones muy elevadas, estilizadas. Es como en matemáticas, hay axiomas. En la ópera, hay axiomas de emociones. En el cine es diferente. Ambos no funcionarán nunca juntos. Zeffirelli, Bergman, todos fracasaron. Y cualquiera que lo intente en el futuro también fracasará.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario