miércoles, 16 de mayo de 2012

Arte plural


A la distancia, la década del sesenta se presenta como un tiempo de torrencial producción artística, quizás la mayor que haya conocido la Argentina durante el siglo XX. El teatro y las artes visuales, la música contemporánea y el cine viven un momento de singular intensidad. Por otra parte, la articulación de estas expresiones con la sociedad se parece poco a las acontecidas en las décadas precedentes. La cultura, en el amplio sentido de la palabra, avanza e invade el espacio social. Y lo hace desafiando convenciones, cuestionando prejuicios y jerarquías que parecían inconmovibles.
Paradójicamente, en esta gran y magnífica escena, que marca un antes y un después, han quedado en sombras ciertas expresiones que merecen mayor visibilidad. Por ejemplo, el grabado. El saber usual lo piensa como un grado menos de la pintura, como una herramienta de la producción gráfica y como un arma (e incluso como un efecto) de la acción política.
Arte plural  desmonta este malentendido y ubica cada cosa en su justo lugar. Porque desde mediados de los cincuenta y hasta comienzos de los setenta, el grabado vive un auge que obliga a reconsiderar su importancia. Reclama centralidad en el análisis de las prácticas artísticas de la época. Por el Gran Premio de Grabado que Antonio Berni obtiene en la Bienal de Venecia de 1962, y para comprender con que tradición dialogaban esas obras y como se relacionaban con aquel presente. También, y quizás más importante, para valorar adecuadamente el impacto que el grabado tiene en la industria editorial, la forma en que revitaliza el arte político y la manera en que enriquece el lenguaje de los artistas del período. Abre vías de experimentación, permite llegar al gran público, logra sobresaltar de un modo inédito la conciencia social.
Silvia Dolinko ha escrito un libro que aumenta aún más la importancia de la década del sesenta en la historia de la cultura argentina. Pero lo hace añadiendo nuevas piezas, nuevas escenas y nuevas significaciones, que cambian definitivamente la manera de pensar el arte de ese tiempo. Que fue rico y singular, sí, pero más rico y más complejo de lo que hasta hoy pensábamos.

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