Desde Ciudad del Este hasta Asunción, desde Pedro Juan Caballero hasta África y más allá, los relatos reunidos en “Los Chongos de Roa Bastos” enfrentaron la desestructuración social, la migración del mundo rural y las mutaciones alucinadas del Paraguay de nuestros días. Sus personajes bailan al ritmo cumbiantero y cachaquero de los barrios populares, de sus narradores oímos las voces laterales del mundo capitalino y las historias de viejas urbanidades en ciudades cada vez menos rústicas.
La literatura paraguaya contemporánea late al calor de los nuevos tiempos tórridos que vive el país. Un Paraguay que celebró en el 2011 su Bicentenario, en 1811 declaró su doble prescindencia de monarcas españoles y de comerciantes rioplatenses. Hoy la tierra sin mal que añoraban los jesuitas tiene más hectáreas sembradas con soja transgénica y marihuana que naranjas, más mafiosos que dictadores. Es un país rural que reclama la reforma agraria, y un país de ríos y represas que lucha por la soberanía energética.
Un país demográficamente joven y veinteañero que hace con sus lenguas los experimentos literarios más arriesgados, más temerarios y más fructíferos. Los nueve narradores convocados en “Los Chongos de Roa Bastos” así lo demuestran.
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