Los cuentos, las leyendas, las fábulas, en definitiva, la tradición oral, siempre han sido una excelente fuente de conocimientos. Además, a diferencias de las enseñanzas religiosas y filosóficas transmitidas a través de los libros, los cuentos poseen la capacidad de entretener. Posiblemente, gracias a la virtud de la diversión, nuestra mente retiene fácilmente la moraleja de la leyenda o fábula.
Esta recopilación de cuentos taoístas no es un libro para ser leído, sino para ser frecuentado, como un amigo íntimo y secreto que le sustentará y alumbrará en los momentos de esparcimiento, pero también en los de dificultad.
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Encender una vela
El viejo príncipe Ping, señor de la guerra durante los
Reinos combatientes, le dije al anciano ciego que oficiaba en su corte como
maestro de música.
- Me habría gustado mucho leer las palabras de los antiguos
sabios, pero los asuntos del Estado y los campos de batalla me lo han impedido.
Hoy, con más de sesenta años. ¿no es demasiado tarde para empezar?
- Cuando anochece -respondió el músico- enciendo una vela.
El príncipe se asombró de esta respuesta en boca de un
ciego. Se irritó:
- ¡Te abro mi corazón y me contestas con una chanza!
Impasible, el maestro de música prosiguió:
- Cuando se puede estudiar en plena juventud, es el sol de
mediodía. En la madurez, la luz del crepúsculo. Y en la vejez, como dicen los
antiguos sabios, ¡más vale encender una vela que maldecir la oscuridad!
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