Para quienes se perdieron sus reflexiones sobre el cuerpo y la mente (y su unión indivisible), y sobre la literatura y lo femenino en la charla en la Fundación OSDE, aquí algunos extractos de otra interesante entrevista a Siri Hustvedt (esta vez, de la periodista Astrid Riehn para Tiempo Argentino):
–Usted dio un taller de escritura creativa en la Clínica Psiquiátrica Payne Whitney de Nueva York. ¿Cree que la escritura puede sanar?
–Articular puede tener una función curativa. Empecé con esto cuando estaba trabajando en Elegía para un americano. Quería tener experiencia clínica porque el protagonista, Erik, es justamente un psiquiatra y psicoanalista. Cuanto más tiempo pasaba ahí, me fui dando cuenta de que había algo muy beneficioso para los pacientes que no estaba dado sólo por el habla –la famosa cura a través del habla–, sino también por poder poner las cosas por escrito y luego discutir esos textos. Hay algo del texto como artefacto que las palabras no tienen porque se esfuman. De hecho, me pareció que los pacientes que participaban en mi clase estaban mejor que cuando habían llegado.
(...)
–¿Cómo fue recibido en Estados Unidos, donde hay un gran culto a la salud, un libro como La mujer temblorosa, en el que usted concluye asumiendo su enfermedad con la frase “Yo soy la mujer temblorosa”?
–Es cierto, es un libro muy antiestadounidense. La cultura estadounidense está basada en el mito de la supervivencia y en la idea de que hay que sobreponerse a los obstáculos y que eso te hace más fuerte y mejor (risas). Es un estado de combate permanente, luchás todo el tiempo contra la enfermedad, no podés decir “esta soy yo”. Para mí ese final tiene algo de posesión, de decir “esto es mío, sea lo que fuere”. Todo el libro es un arco que va de la alienación completa a la posesión.
La nota completa, aquí.
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