viernes, 12 de agosto de 2011

París de la mano de escritores

Medianoche en París, la última realización de Woody Allen, muestra más celebridades del arte y la cultura que cualquier otra película. Hemingway, Picasso, Dalí, Buñuel, T. S. Eliot, Gertrude Stein, Fitzgerald junto a su ciclotímica Zelda y hasta Cole Porter se suceden sin descanso en las escenas de esta historia dividida entre el presente y los años 20.


Una de las fuentes para contar ese ambiente fascinante de la París de aquel entonces, resultó ser, sin duda, París era una fiesta (A Moveable Feast, en el idioma original), la suerte de diario que Hemingway escribió mucho más tarde sobre aquellos años:


Algunas citas:
“Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue”, de una carta de Ernest Hemingway a un amigo, epígrafe del libro. 
 “Nada más fácil que adquirir el hábito de pasar por el 27 Rue des Fleurs [la casa de la escritora Gertrude Stein, madrina de los escritores anglosajones que visitaban París] al caer la tarde, por amor a la lumbre y los cuadros magníficos y la conversación”.
 En la última página del libro, un ya viejo Hemingway deja escrito:
"París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivivo allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices".
Precisamente, a propósito de toda esta experiencia, y citando con exactitud la expresión de Hemingway, otro gran escritor, el español Enrique Vila-Matas escribe París no se acaba nunca:


un reverso, también imperdible, de esa experiencia original:
"Fui a París a mediados de los años setenta y fui allí muy pobre y muy infeliz. Me gustaría poder decir que fui feliz como Hemingway, pero entonces volvería simplemente a ser el pobre joven, guapo e idiota, que se engañaba todos los días a sí mismo".
Los dos son libros muy recomendables para seguirle la pista a esa época privilegiada de la historia (a la que todos, seguramente, aceptaríamos visitar, aunque sea un ratito).

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